31 marzo 2010

Vigésimo Tercer Viaje



Una caricia gigante que se extiende sobre todo mi horizonte es lo único que cabe en mi mente dentro de esta prisión, detrás del horizonte estas vos.
Intento entender lo de hacer la paz y no la guerra otra vez.
Soy el hombre faro en las costas de mi mundo, esperando me veas, grito luz una y otra vez bañando tus costas con mi “teleantipatía”.
Mi cabeza brilla como un cometa espejado en el acantilado al borde de la esperanza, lo más cerca posible de vos y sino apareces a través de esa línea prometo ser Egeo envuelto en banderas negras de coral.
Hoy soy un “flota-flota” a la deriva y no paro de inventar cosas a las cuales amarrarme, tus manos atadas a mi cuello y mis pies a un elefante de wolframio, no me sueltes ni una célula porque caeré. Así me tenés en el autito chocador itinerante a mil por hora en mi imaginación.
Necesito mi negro en tu piel y vos mi blanco en la tuya. 
Necesitamos unir las costas, podriamos ser Pangea.


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