Catalina:
Me ha dicho el viento que esperas frente a la puerta semanas por mi presencia, que estas cansada de carecer de los mimos que tu alma necesita, que el verde y el horizonte no es suficiente paz sin el amor.
Últimamente las aguas que corren del rio me han contado que tu reflejo sigue apareciendo en las mañanas y las tardes, que has aprendido a nadar y que aún no sabes defenderte bien, que estás hermosa, que eres sana, alta y esbelta, que aúllas y ladras, que los días se te alargan en las esperas, que pierdes tu mirada en el horizonte.
Las aves que emigran me han contado que te ven desde el cielo al pasar, que tomas sol por las mañanas y sombra por las tardes, que tu pelo brilla como el sol.
Las semillas que vuelan me han comentado que estas llegando casi al año, que corres veloz y eres guardiana, que te diviertes con la gente y que aún me recuerdas y me esperas.
Catalina, las nubes dicen que no olvidas mi olor, que no pierdes la ilusión, que mi imagen no se ha borrado, que esa puerta para ti todavía me encierra por momentos y que sueñas que vendré y te podre rescatar.
Y a veces cuando estoy apenado o cansado, te recuerdo, y el mundo habla de ti, de aprender a no desperdiciar las oportunidades de amor que el azar o el destino escrito nos pone por delante, porque ahora te extraño y me arrepiento.
Catalina, la viva imagen de la vida, de los milagros, te he dejado en la libertad que es incomparable, en el verde, en el bosque y aunque tu creas que estas confinada a cubrir toda tu vida esa puerta en la espera con melancolía, equivocado o acertado solamente me aferre a lo que yo elegiría para mí y creo haberme equivocado. Quizás no era eso lo que necesitabas, o quizás yo no quisiera eso en tu lugar, no lo sé, no lo sé y creo que ahora no lo sé.
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